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domingo, 30 de noviembre de 2008

PURO TEATRO

La primera vez que vi una función de teatro, fue cuando era niña, en una plaza de mi barrio. Nos enteramos que habían llegado unos cómicos para hacer una representación, y allí acudimos todos hasta llenar la plaza. No recuerdo de qué trataba la obra, pero sí que desde aquel día empecé a interesarme por el teatro. Aquello fue un descubrimiento para mí. Días después me compré un libro de teatro infantil. Jugar al teatro en el patio de mi casa se convirtió en uno de mis juegos favoritos. Jamás pretendí dedicarme a interpretar, pero sí me interesé por las obras y por sus actores. No había programa que me perdiera de aquellos legendarios de “Estudio 1” (programa que emitía TVE donde se representaba una obra cada semana).
Recordando esto, he pensado en escribir esta vez sobre la figura del Cómico.
La vida de un cómico, algo tan difícil de comprender para cualquiera. Su sueño: un rato de gloria encima de un escenario. A los cómicos lo mismo les puede dar actuar en un teatro, en la plaza de pueblo que en el patio de un colegio. Un aplauso de multitudes o el de unos pocos; o quizás se conforman con la leve sonrisa de un niño que son los más sinceros. Hoy aquí, mañana allí, sin rumbo fijo. Compartiendo el éxito con la multitud, para luego evadirse de todo en la soledad de su habitación al terminar la jornada. No sólo quiero hablar de aquellos grandes maestros de la escena española que siempre tendremos presente a pesar del paso del tiempo, sino también de esos actores aficionados y desconocidos que después de su trabajo dedican su tiempo libre, sacrificando el que comparten con sus familias, a gran su vocación: el teatro. Y también de los cómicos que se pasan la vida viajando por los pueblos, año tras año, con la misma ilusión del primer día. Cada día una nueva aventura, un “viaje a ninguna parte”, como el título de aquella película española, que reflejaba la vida de los actores. En ella se contaba las vivencias de unos cómicos que se pasaban todo el día recorriendo caminos para llegar al siguiente pueblo y realizar allí su función teatral, sin más pago que comida y un techo para descansar. Su argumento pretendía resaltar la historia de aquellos actores y actrices que tras una vida dedicada al teatro, el mundo los fue dejando olvidados.
Se dice que un cómico busca la fama. Sí, la busca para que su trabajo le sea reconocido y poder vivir de lo que es su gran pasión. Y es que numerosas compañías de teatro necesitan subvenciones para poder sobrevivir.
A todos estos cómicos van dedicada mis letras, y esta pequeña obra de teatro que me he atrevido a escribir, con el debido respeto, a tantos y tan grandes autores como hemos tenido siempre en nuestro país.

Con todo cariño, el entremés: “Los Permanentes”.

"LOS PERMANENTES" en PDF


Y para terminar, como ya es costumbre, una canción...

CÓMICOS - VÍCTOR MANUEL