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lunes, 2 de marzo de 2009

Los Duendes de los Electrodomésticos

¿Han pensado alguna vez si los electrodomésticos o cualquier aparato eléctrico, pueden tener algún duende dentro de ellos o incluso vida propia? Sé que pensar eso es algo descabellado y propio de un pirado, pero si leen lo que les cuento a continuación seguro que les hará pensar y tener ciertas dudas.

No es que quiera decir que habitan en ellos unos hombrecillos verdes, pero sí que tienen cierta magia que no atino a comprender dentro de una lógica normal. Y como de alguna forma tendré que llamarlos, de ahí que se me ocurriera el nombre de: "los duendes de los electrodomésticos".

¿No les ha pasado que, cuando hablamos de todo el tiempo que nos está durando cierto aparato, en cuestión de horas o pocos días, ese electrodoméstico sufre una avería que a veces incluso es irreparable? A mí ya me da "yuyu" pronunciar la frase peligrosa o tabú: "Hay que ver lo bueno que me ha salido este aparato". Porque esos duendes mágicos despertarán al instante y se pondrán en marcha.

Hace unos días estaba planchando y se me ocurrió comentar sobre todo el tiempo que llevaba con aquella plancha. Yo he sido siempre el terror de las planchas. Nunca me ha preocupado saber sobre el período de garantía que tienen, porque total: si siempre terminan sufriendo accidentes como caerse al suelo y hacerse añicos... Con la anterior que tuve, todo fue terminar el tiempo de la garantía y la plancha expiró sin más. Curiosamente había estado pensando sobre su duración poco tiempo antes. ¿Los duendes? No lo sé.

Pero en esta ocasión, nada más terminar de hacer ese comentario, esos duendes de mi plancha se pusieron en acción y la dejaron parada, con el piloto apagado y sin calentar. Yo no hacía más que mover el cable, y enchufar y desenchufar en distintos lugares de la casa por si era problema del enchufe de la pared. Así que, harta de probar sin hallar solución, volví al lugar de origen, o sea, donde estaba planchando antes. La conecté de nuevo y sin haber hecho nada más, noto que estaba otra vez calentando. Misterioso, ¿verdad? Al final la plancha continuó funcionando mejor que nunca, y hasta hoy sigue sin problemas. Me pregunto: ¿qué pudo pasar? ¿qué misterio envolvió aquel suceso? Como no tengo explicación para ello, le echo la culpa a los duendes. Menos mal que esta vez sólo quisieron darme un susto.

Todo esto me recuerda a cuando los médicos no saben diagnosticar la enfermedad de su paciente y la solución que encuentran es decir: "Eso es un virus".

Con estas experiencias vividas mejor que no se les ocurra nunca pensar sobre la durabilidad de los electrodomésticos porque esos duendes se lo harán pasar canutas. Ya me ha ocurrido en varias ocasiones; así que les habla una reincidente.

A mi nuevo frigorífico, desde que lo compré se le oyen unos ruidos muy raros que, en el silencio de la noche parecen quejidos y hasta pueden causar miedo. Así que me ha dado por pensar que esta vez trae unos duendes un poco escandalosos, jeje. Pero la frase maldita, creo que no me atreveré a pronunciarla más e intentaré no pensar tan siquiera en ello.

¿A quién no le ha pasado eso mismo con un coche? De presumir de los años que lleva funcionando a las mil maravillas y acto seguido sufre una avería. ¿Eh? O de todo el tiempo que hace que le cambié la pila al reloj y se queda parado al instante.


Los duendes más perversos eligen actuar en vísperas o en el mismo fin de semana, para que nos resulte más difícil buscar una solución rápida: digamos servicio técnico o la compra del sustituto.

¡Hay que ver, que cada vez duran menos! Sin embargo, ahí están esos antiguos electrodomésticos de nuestras madres que a pesar del paso de los años, los técnicos les aconsejan que no se deshagan de ellos mientras puedan aguantar, porque otros como esos ya no van a encontrar. Y que los nuevos aparatos están fabricados con la idea de una duración limitada para así poder vender el siguiente, o si no, la empresa fabricante quebraría.

Vaya también, la escena que cada vez ocurre con más frecuencia. Llega a nuestra casa el servicio técnico y después de mirar el aparato y tras una larga conversación, nos aconseja que compremos otro, porque ese no merece la pena arreglarlo por lo costoso que sería y porque más tarde o más temprano ya no va a dar más de sí. Y para colmo, después de no haber resuelto nada encima nos cobra la visita.

Y ahora llega el momento de la compra de uno nuevo. ¡Crucemos los dedos! Entre tanta competencia de marcas y modelos que hay en el mercado, lo mejor es pensar en uno que se ajuste a nuestras necesidades. No siempre el que tiene más prestaciones, es el mejor para nosotros. A veces por la urgencia, es necesario adquirirlo de una forma precipitada. Para no equivocarnos, solemos acudir a pedir opinión a algún amigo o al dependiente de la tienda. Ellos nos orientarán recomendándonos una marca que les ha ido bien. Así que sin dudarlo, aceptamos sus consejos con la certeza de estar comprando lo mejor. Pero todo es cumplirse los últimos días de garantía, o incluso antes, y... ¡zas! los duendes lo aniquilan y nos dice: aquí me planto y ya no sigo. Luego vamos y se lo contamos a nuestro amigo o al dependiente que lo vendió y nos dicen: "Nadie me había comentado nada parecido, eso es que has tenido mala suerte con el que te ha tocado".

Y así que, vuelta a empezar de nuevo, como el cuento de la buena pipa, o el barquito chiquitito.